No es sorpresa para nadie el vacío social que crece a diario, el frío de las miradas es estremecedor y el reclamo desdeñado del dinero no se hace esperar. Todo este malestar recae sobre los jóvenes y aun así se les exige cumplir con obligaciones que a nadie importa, como lo son trabajos escolares innecesarios, cumplimiento de horarios para hacer nada, seguimiento de normas que sus padres y demás personas evaden sin escarmiento alguno.
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